Dos tipos de magos

En el mundo de La historia triste de un hombre justo la armonización —la magia— está circunscrita a la religión, y por tanto siempre estuvo controlada y administrada por el clero. Fue así hasta la aparición de la figura del bardo, que rompió con el carácter divino e introdujo nuevas reglas.

Aunque aquí hablemos de magia como elemento narrativo de mi libro, en la ambientación pocos personajes se refieren a la armonización como tal, al menos quienes son practicantes. En este sentido, los armonistas —magos— pertenecientes al estamento religioso —los llamados dómines— se refieren a la magia como la canalización del poder de Dios Reverberado; mientras que los laicos académicos, los bardos, prefieren hablar de «ciencia».

Ambas concepciones responden a puntos de vistas gnoseológicos completamente distintos, y aquí es donde se hace la distinción entre los dos tipos de magos o armonistas. En realidad, tanto los practicantes religiosos como los laicos están haciendo exactamente lo mismo: conjurar o armonizar; únicamente, los dómines utilizan canciones monódicas —el ejemplo clásico es el coro gregoriano a una sola voz—, mientras que los bardos se apegan a lo que en música se conoce como polifonía. Es decir, estos último introducen acordes en sus escalas y conjugan dos o más instrumentos para producir sus efectos maravillosos.

Y más potentes, claro…

Dos tipos de magos: Armonistas de oído y armonistas de fe

En la novela, los prelados armonistas reciben el nombre de «armonistas de fe», mientras que los laicos son llamados los «armonistas de oído». Ésta es una diferenciación más formal, dado que en el coloquio son llamados, respectivamente, dómines y bardos. Ambos tienen pros y contras; por ejemplo, aunque los bardos son capaces de hacer efectos más potentes, sólo los dómines tienen autoridad para conjurar ciertos tipos de efectos, como las escalas sacras.

La aparición de la figura del bardo, o armonista de oído, tiene lugar unos 150 años antes de los acontecimientos del libro, cuando un misterioso hombre llegó a Ísbar, la ciudad-Estado donde transcurre la historia. Este hombre reveló al entonces emperador Parexis II el rostro de su abuelo en la tensión superficial del vino de su copa. Tanta fue la impresión que produjo en el monarca tal magnificente proeza armónica, que instauró el título de «bardo de la corte» y le dio condición de magistrado. Rápidamente, la figura del bardo —aquél que era capaz de traer al presente historias del pasado— empezó a proliferar en Ísbar, copiándose en los palacetes de los aristócratas; todos los nobles querían tener a su servicio a un armonizador laico de oído.

Y, por supuesto, empezó a enseñarse la armonización en las universidades para aquellos con oído para la música. El clero ya no tenía dominio total sobre la magia.

Pero del «imperial bardo de la corte», en concreto, hablaremos otro día, aunque puedes ir descubriéndolo tú con La historia triste de un hombre justo pinchando aquí, donde el protagonista Dragos Corneli puede mostrarte algo más práctico al respecto. Con la compra del libro tendrás gratis la copia digital.

Un chollazo.

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Ángel G. Olmedo.

2 comentarios en «Dos tipos de magos»

  1. Buenas tardes,

    Acabo de terminar la novela y he de decir que me ha encantado. La ambientación y composición del mundo me parece muy sólida y los guiños a nuestra propia historia y sociedad me han encantado (la infanta del pueblo…).

    El sistema de magia creo que, además de novedoso, es muy redondo. He visto dos dados de rol en la portada del blog por lo que espero que este peculiar mundo (tan cercano al nuestro) acabe viendo la luz en forma de manual de juego de rol, para poder seguir disfrutando de aventuras en Ísbar (tanto literarias como lúdicas).

    Muchas gracias por la novela y esperemos que haya muchas más.

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    • Me alegra mucho que te haya gustado, Marcos. Sobre todo, que hayas captado los matices de nuestra realidad con los que salpico la trama. Para mí es muy grato que los lectores se den cuenta de esos detalles. Para eso escribimos, al fin y al cabo, para encontrarnos entre nosotros en un ágora abstracta, tendernos la mano y reconocernos emocionalmente en la historia.

      Con respecto a un futuro juego de rol, no puedo asegurar mucho de momento, aunque como autor me gustaría embarcarme en el proyecto. Sólo el tiempo nos arrojará luz a este respecto.

      Un abrazo, y muchas gracias por conocer mi mundo.

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