MI ESPACIO DE TRABAJO

Tengo un tablero de corcho en mi estudio que uso para planificar mis proyectos: es mi espacio de trabajo personal.

En ese corcho he planificado casi todos los proyectos literarios en los que he estado envuelto, incluida La historia triste de un hombre justo. Pero ahora está vacío. Y no porque no esté trabajando con otros proyectos ―que lo estoy―, sino porque he terminado las estructuras de todos lo que he venido haciendo estos meses.

Toca planificar nuevos caminos, nuevas sendas literarias. Ha llegado la hora de depurar los folios que había en el corcho para renovarlos por otro puñado de ellos con nuevas ideas, pensamientos, tramas e historias. 

¿Y qué vendrá ahora? Me encantaría decírtelo, pero creo que las cosas saben mejor cuando se preparan con mesura y dedicación. Una cosa es la diligencia y otra la impetuosidad y la rapidez. La diligencia debe eclipsar la impetuosidad en cualquier oficio que se precie de mínima calidad, y en la literatura no es para menos.

Lo que sí está claro es que seguiré escribiendo rol y literatura fantástica y no-ficción, y el corcho me va a recordar todas las tareas, los pequeños objetivos a alcanzar de aquí a unos meses; objetivos que me llevarán a las distintas metas finales de cada proyecto.

Echémosle un vistazo rápido, ¿te parece?

¿Cómo estructuro mi espacio de trabajo?

¿Ves la parte de arriba?, ¿donde están todas esas chichetitas? Ahí suelen ir los conceptos o las ideas principales. Es por una cuestión de ergonomía; pues aquellos papeles que más garrapateo son los apuntes rápidos, que deben ir abajo del todo y al alcance del lapicero.

En la parte de la izquierda suelo planificar la estructura de los juegos de rol con Post-it (que acabo de dejar limpia ahora mismo, pues he acabado un suplemento para Shadowlands Ed., que ya iré diciendo cuál es, ―cuando toque―); mientras que toda la derecha y parte del cuadrante medio está dedicado a las escenas importantes de la estructura de la novela que esté escribiendo.

Ahí suelo poner recordatorios con frases estúpidas que sólo yo entiendo. Por ejemplo, hay un papelito por ahí guardado ―sí, aquí se guarda todo― que pone algo así como «apología incultura/posmodernismo cena-aquí», para recordarme que, en una escena de la segunda parte del libro, debo meter una discusión entre un imbécil que defiende la estupidez a ultranza y un académico que reclama el progreso a través de la ciencia y los libros, todo ello mientras están teniendo una cena importante. Esto, claro, son elementos del discurso narrativo que deben ser enhebrados en la trama principal; por eso hay que saber elegir el momento de lanzar los mensajes mientras los hechos importantes del libro discurren. El tablón me da ese recordatorio, y las ideas suelen llamarme: «¡Ey, no te olvides de mí! Tienes que meter esto».

También suelo añadir algunas notas acerca de personajes y algunas imágenes de inspiración ―en inglés lo llaman moodboard, aunque soy un inveterado de los préstamos modernos, ¿qué le voy a hacer?―. Entre esas imágenes siempre sobrevive ―como puedes ver en la foto― el dibujo de un búho que me hizo una persona muy especial, y cuyo rostro emborronado puede verse justo encima de la ilustración, cubierto de las sombras del monitos. Sin ella esto no puede hacerse, porque cuando necesito escribir, ella lo intuye al momento y me deja espacio y el tiempo que necesite para ello; como ahora acaba de hacer para que yo pudiera escribir esta newsletter.

Con respecto al papelito de abajo, arrancado de una agenda, contiene el número de objetos que debo llevarme al gimnasio ―cuando decido levantar el culo de aquí―. ¿Te he dicho que tengo una memoria malísima?

En fin, quería contarte cómo desarrollo más o menos mi trabajo, pues creo que es importante para que conectes un poquito más conmigo y mi tablón de ideas. ¡Pues, sí!, partes enteras de mis proyectos se hicieron gracias a esta herramienta del tablón de corcho: aquí han estado expuestos Dragos Corneli, Nolvaria de Bruma, Closter Tol, Felindante Pelgrin y muchos otros personajes.

Y si quieres conocerlos de cerca, te esperan con el lanzamiento de La historia triste de un hombre justo, el 5 de noviembre. Aunque, si lo prefieres, puedes descargar ya el primer capítulo en tres formatos:

Descargar el primer capítulo en audio.

Descargar el primer capítulo en pdf.

Descargar el primer capítulo en epub.

Ángel G. Olmedo

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