La moral y la Iglesia

Para sostener la moral eclesiástica de mi mundo fue necesario confeccionar una estructura de cargos que ordenaran la religión, una jerarquía compuesta por ministros eclesiásticos repartida en dos instituciones importantes: la Iglesia y el Santo Oficio.

En efecto, la Iglesia y el Santo Oficio de mi novela son dos órganos diferentes, aunque estén ligados. Mientras el primero hace referencia al «estado eclesiástico», que ordena bajo su estructura al alto y bajo cleros con jerarquías de poderes y competencias, el Santo Oficio sería la institución que administra la justicia de Dios, velando por la congregación de fieles —que se asume en toda la sociedad— y detectando las disrupciones en el seno de su comunidad.

El Dogma

La religión de Ísbar está fundamentada en el monoteísmo —un único dios, llamado el «Dios Reverberado»—, por lo que podríamos decir que se trata de una religión avanzada, que ha vencido los estadios pretéritos del politeísmo. La religión de Ísbar, por tanto, reclama la fe como principio fundamental: es la base sobre la cual se construye todo. Quien no es creyente es incluso peor que el hereje, porque el hereje, al menos, puede convertirse después de un castigo ejemplar; el no creyente ha dado la espalda a Dios Reverberado. 

Y por supuesto, hay muchas maneras de dar la espalda a Dios tipificadas en las leyes de la Santa Iglesia, pero de ellas hablaremos en otra newsletter. Para velar por el cumplimiento de estas leyes tenemos al brazo armado de la Fe: el temido Santo Oficio de Ísbar.

El Santo Oficio: estructura jerárquica

No vamos a poner la lupa sobre cómo funciona un proceso del Santo Oficio, desde cuando se apiola a un reo, pasando por el tormento hasta que se le condena en una plaza pública, durante la celebración de un auto de fe. Para dar cuenta de todo el procedimiento vamos a tener otra newsletter que hable de ello. Pero hoy vamos a hablar de cómo se estructura la institución, sus cargos y sus funciones más importantes.

Esta es una pirámide jerárquica que muestra los principales cargos del Santo Oficio de Ísbar, inspirada en la jerarquía de la Santa Inquisición Española de la Edad Moderna. Muchos prelados se han suprimido y se han añadido otros para La historia triste de un hombre justo, dado que me interesaba crear un sistema que me permitiera sostener la coherencia interna de la ambientación sin perder el espíritu del siglo xvii.

  • Familiares del Santo Oficio: Es un cuerpo laico compuesto por gente armada, entre ellos jaques y gente vestida de paisano, que se ocupa de delatar a los infieles. En efecto, se trata de una especie de fuerza parapolicial secreta que se encarga no sólo de chivarse a la Santa Sede o escoltar a sus ministros, sino de detener a los potenciales pecadores y buscar pruebas para incriminarlos. En el momento de la detención de un reo, los familiares no tienen por qué decirle de qué se le acusa, pues se espera que confiese por sí mismo. A menudo, esto hace que el apiolado cuente más cosas de las que debe, haciendo que se abran nuevas diligencias por comisiones de otros delitos.
  • Comisarios: Los familiares no siempre se relacionan directamente con los cargos superiores del Santo Oficio. Para esta tarea existen los comisarios, que se encargan de registrar los trabajos que los familiares desempeñan para exponerlos ante los tribunales eclesiásticos.
  • Nuncios: Los nuncios son sacerdotes ordenados que publicitan las decisiones de los cargos superiores, desde la detención de algún sospechoso hasta las decisiones de un tribunal.
  • Alcayaz: Mientras los familiares se dedican a recabar pruebas sobre alguien ya apresado, los alcaides o alcayaces se ocupan de mantenerlo con vida en las mazmorras del Santo Oficio. Se trata de un sacerdote, aunque esto no es sinónimo de benevolencia; muchos reos terminan enfermando debido a infecciones provocadas por la malnutrición y no llegan ni a su propio juicio.
  • Urdidor Vigilante y Urdidores: El tejido de la realidad —llamado por la Iglesia el monocordio de la creación— es un manto sacro y espiritual que envuelve las cosas. Los Urdidores se encargan de vigilarlo de forma permanente para que ningún armonista lo mancille con una música prohibida. Existen doce urdidores, más uno que los dirige en el centro —el vigilante—, que los coordina como un director de orquesta. En cuanto detectan una armonización ignominiosa, el Santo Oficio se pone en marcha y manda a los familiares de la Inquisición junto a uno o varios urdidores hacia la zona donde se encuentra el anatema.
  • Escribano General: Un tribunal del Santo Oficio se rige por varios escribanos. Quien toma nota de todo el proceso es el escribano general, un clérigo que despacha a su cargo una diligencia concreta.
  • Notario del Secreto: Este escribano, también ordenado sacerdote, se encarga de tomar específicamente las declaraciones del reo.
  • Notario de Secuestros: Un procedimiento del Santo Oficio cuesta dinero, y mucho. Por ello, el notario de secuestros es una figura crucial para poder sufragar las costas de todo el proceso. Se dedica a ir al domicilio del reo, u otras propiedades que tenga, confiscándole todos los bienes. En La historia triste de un hombre justo, un personaje terciario sufre estos desfalcos de un notario de secuestros para poder pagar al torturador de las mazmorras del Santo Oficio.
  • Alguacil: Cuando alguien es detenido, debe haber un alguacil a su cargo. Se trata de un clérigo local que ordena la detención y tutela la custodia de los presos bajo su responsabilidad.
  • Calificador y consultores: Estos empiezan a ser los cargos de mayor peso en los tribunales de la Santa Sede. Los calificadores son teólogos que se encargan de determinar si existe delito venial o no. Los consultores están en el mismo rango, solo que para cada investigación se nombra entre ellos el calificador; éste se ocupa de dictaminar, mientras aquéllos funcionan como asesores del primero. Podemos decir que en conjunto funcionan igual que un jurado.
  • Receptor: Es el cobrador que recibe y administra el dinero de las propiedades del reo, anotadas ya por el notario de secuestros, dando dotación económica a las fases del proceso.
  • Procurador (fiscal): Durante un tribunal del Santo Oficio, a quien más se le teme es al procurador —o fiscal—, que es quien desarrolla el objeto de acusación del reo. El fiscal está doblemente ordenado, pues es sacerdote y magistrado de la institución, y su imponente presencia y su inmisericorde voz hacen claudicar a los más enteros.
  • Juristas: El tribunal también está compuesto de teólogos calificadores que se encargan de aportar datos adicionales mediante el estudio de las leyes, tanto terrenales como divinas. Cotejan con las santas escrituras los distintos elementos que se enlazan con la acusación, y clarifican con preguntas que aportan nuevos matices e interpretaciones —para bien o para mal del reo—.
  • Prefectos de Distrito: Los más altos cargos son los prefectos, que son calificadores generales en los territorios de Ísbar, presidiendo los autos de fe —espectáculos en las plazas públicas, donde se administra el castigo a los condenados—. Es decir, se tratan de los cargos más elevados que representan el Santo Oficio en un distrito. Los prefectos tienen cargo de juristas de tribunal, por lo que son magistrados y teólogos con años de reputación a sus espaldas. Cada uno de ellos preside el Consejo del Santo Oficio en su propio territorio. En el distrito de Tierrafértil, por ejemplo, el prefecto calificador —odiado por el protagonista— se llama Efimerio Caél.
  • Sumo Calificador General del Santo Oficio: En la cúspide del Santo Oficio de Ísbar, y ordenando todos y cada uno de los distritos, se encuentran el Sumo Calificador General del Santo Oficio, cargo considerado santo, y nombrado por el Emperador —aunque aprobado por el Sumo Pontífice, que se encuentra más allá de las fronteras de Ísbar—. El Sumo Calificador General preside el Consejo General del Santo Oficio, siendo los prefectos de los demás territorios los miembros de dicho consejo. Los poderes de este cargo, por tanto, van más allá de un distrito, extendiéndose a cada territorio sin ningún impedimento administrativo. Durante los hechos de la novela, el actual cargo de Sumo Calificador General está ocupado por su ilustrísima Caperio Coordinante.

Caperio Coordinante, un nombre que chirría en los oídos de nuestro protagonista, y le hace destilar bilis en su garganta. Pero no desvelemos estos trances aún, pues se encuentran en La historia triste de un hombre justo, que el 5 de noviembre sale a la luz. Entonces, Dragos Corneli nos contará éstas y otras cosas más acerca de sus fantasmas del pasado.

Por lo pronto, me gustaría mucho que me mandaras una opinión sobre qué aspecto de Ísbar te gustaría saber. Por cierto, aquí tienes mi cuenta de Instagram, por si aún no me seguías.

Un abrazo,

Ángel G. Olmedo.

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