En el mundo de La historia triste de un hombre justo ocurrió un hito importante que cambiaría la concepción de la magia para siempre: se creó la figura del Bardo de la corte.
Como ya te expuse en la última newsletter, existen dos clases de armonizadores (o magos) en nuestro mundo de fantasía: el armonista de oído, o bardo (seglar), y el armonista de fe, el dómine eclesiástico.
Hasta entonces siempre fueron los dómines prelados de la Iglesia quienes controlaban el poder de la armonización; pero todo eso cambiaría con la llegada de un hombre…
Fue durante el reinado de un emperador, Parexis II, cuando un hombre venido de oriente, de nombre Madabarante Magris, introdujo algunas perfecciones en la teoría mágica. Pero ¿cómo embaucó al emperador para que éste reconfigurara por mandato imperial la autorización para armonizar magia?
Durante la celebración de una gran cena en el Palacio Imperial, Madabarante aseveró al mismo emperador que sería capaz de enhebrar los hilos de la existencia con más perfección que los padres de la Iglesia. Instado por estos retos, Parexis II conminó a Madabarante a revelar sus proezas ante él. En primer lugar, Madabarante habló con la piedra estanca del palacio y escuchó las experiencias qué le revelaba; el veleidoso aire de la habitación llegó hasta los oídos del armonizador, cantándole músicas olvidadas por generaciones enteras. Así ocurrió que Madabarante llenó la copa del emperador con vino y sacó su instrumento musical, que tocó ejecutando una pieza magistral: y tal como la música llenaba la estancia, los ojos del emperador se abrían como platos mientras miraba el interior de la copa. Pues en la tensión superficial del líquido se reproducía una miríada de imágenes que se movían al son de los acordes de aquel hombre misterioso.
Al emperador Parexis se le llenaron los ojos de lágrimas; vio el rostro de su abuelo fallecido en el fondo de su copa, era perfectamente tal y cómo lo recordaba. Madabarante Magris, el misterioso armonizador, logró captar la impronta que el mundo le revelaba y tradujo todos los sonidos en trazos de realidad. A pesar de que leves y desvaídas imágenes podían verse en aquella copa, infinitos eran los detalles que albergaba en la sencillez que transmitía con sus imágenes.
Hecho esto, el emperador intituló al hombre misterioso como armonizador de la corte, un título que pronto tomaría el nombre de «bardo de la corte», en alusión a «aquél que trae la música del pasado». Así, el monopolio de la armonización y su magia dejó de estar en manos de la Iglesia para enseñarse en las universidades de Ísbar.
Muchos han sido los bardos de la corte durante los últimos 130 años, pero ahora nos encontramos a finales del año de nuestro Señor Reverberado de 1632, que coincide con la llegada de don Dragos Corneli a Ísbar para desentrañar un misterio relacionado con el mismo bardo de la corte. Y sobre ello os lo cuenta él mismo en La historia triste de un hombre justo. ¡Hazte con él aquí!
Mientras, puedes hacerte una idea del estilo y de la trama pinchando en estos enlaces:
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Ángel G. Olmedo.