Si has leído La historia triste de un hombre justo sabrás que los personajes son aficionados a una bebida alcohólica llamada «hipocrás». Ya he hecho varios talleres de literatura, pero hoy vamos a hacer uno de cocina con este magnífico e histórico vino de nuestra cultura.
El hipocrás es un vino especiado que se hacía durante la Baja Edad Media y Edad Moderna, y que hasta el siglo XIX seguía sirviéndose en muchos sitios. En la villa de Madrid, durante el siglo XVII se la consideró bebida de gariteros, dado que daba mala fama a quien la consumía. Si tenemos en cuenta que, durante el reinado de Felipe IV, hubo una ordenanza que no permitía a una tasca servir más de dos alcoholes de origen, no es de extrañar que el vino picado terminara en los antros más escondidos de la ciudad. Y el vino picado, claro, se atemperaba con especias para poder seguir comerciándolo.
Pero dejando la historia a un lado, vamos a darte la receta de hipocrás que yo imagino que beben los protagonistas de mi historia. Esta receta es un derivado de un libro muy antiguo, un recetario escrito por una persona que vivió durante la hegemonía de los Austrias. La receta me la dio un amigo mío, David Castro, historiador especializado en Edad Moderna. Se puede hacer tanto con vino blanco como con tinto, y a veces se mezclan ambos —yo no recomiendo esto último si quieres seguir con buena salud—.
El hipocrás de La historia triste de un hombre justo
Éste es el hipocrás que, imagino, se bebe en la ciudad-Estado de Ísbar:
INGREDIENTES:
- Vino blanco.
- Azúcar.
- Clavo.
- Canela.
- Nuez moscada.
Como toda bebida especiada, había muchas recetas de hipocrás —algunos usaban pimienta—, pero creo que lo que da esencia y carácter al vino es el clavo, fundamental para identificar el hipocrás
ELABORACIÓN:
El modo de elaboración es harto sencillo: se pone a calentar el vino en una olla, sin llegar a hervir para no acabar con el alcohol. Seguidamente se echa el azúcar—dos o tres cucharadas soperas por litro van bien—, que es catalizador del alcohol y es lo que hace peligrosa la bebida —se te sube rápido a la cabeza, si vuesa merced me entiende—. Después de unos meneos, se le echa el resto de los ingredientes y se tapa. En cuanto a la cantidad, una cuchara sopera de canela por litro, un puñadito de clavos y una cuchara de té para la nuez moscada.
Yo suelo dejarlo calentando a fuego suave entre tres y cuatro horas, por lo que los ingredientes se van mezclando bien y el sabor del vino está asegurado.
Lo bueno del hipocrás es que puede beberse tanto caliente —en invierno— como frío —ideal para la época estival—, así que esa cuestión queda a gusto del consumidor.
Te voy a proponer una cosa. ¿Por qué no preparas tu propio hipocrás y me mandas una foto o un vídeo? Si además tienes La historia triste de un hombre justo, me encantará verla junto a tu vino. Y si no tienes el libro, tampoco pasa nada; igualmente, me encantaría que me contaras cómo te ha quedado.
¡ADVERTENCIA!
Si no tienes edad para beber usa un vino sin alcohol, que también los venden.
Espero que te guste la receta.
Ángel G. Olmedo.