Ísbar es más que una ciudad-estado o un imperio; se trata de una península que alberga quince distritos, un distrito franco y dos archipiélagos, todos unificados bajo la administración del emperador. Por tanto, es una urbe gigantesca que integra un crisol de culturas, regímenes políticos y casas nobiliarias que con el tiempo se han ido diluyendo en lo que conocemos hoy en día como el Sacro Imperio de Ísbar.
Pero no siempre fue así. En tiempos antiguos, los reyes, príncipes, cónsules, mariscales, señores feudales y otros soberanos de los distintos territorios de la península, se enfrentaron a una expansión demográfica tan magnificente que fue inevitable que las culturas se integraran por puro determinismo político y militar. Esta mezcolanza fue posible durante una maceración de siglos, compleja como cabría esperar del proceloso tejido de la historia, aunque podríamos sintetizar que la conformación del Estado actual tuvo como resultado que los estados miembros, demarcados aún por su fuerte carácter cultura —hoy diluido—, se dividió en los distritos que conocemos. Un único reino, Puertas del Mar, fue el que no se adhirió a la coalición.
Sobre las murallas de Ísbar
Estos territorios, a día de hoy, están separados por distritos con la ayuda de gigantescas murallas de cientos de varas de altitud, obra del ingeniero Nefando Prestorio; las labores de construcción comenzaron en el actual Distrito Central en el año de 1332. Aunque hay que decir que fue una decisión tardía, pues el proyecto ya se pergeñaba mucho antes de la fecha, concretamente en el momento en que se creaba el Colegio de Príncipes Electores (año 1198), un órgano gubernamental dedicado a elegir de entre los distintos gobernantes de cada distrito — los llamados príncipes electores— quién administraría y regiría el colectivo de naciones bajo el título de Emperador Electo, un rey de reyes. Fue uno de estos emperadores electos, Doria I, de la casa Dasteli, quien mostró su aquiescencia al colegio, dando comienzo a las obras de las murallas. Los cronistas vierten un interesante número de hipótesis sobre por qué se tardó tanto en aprobar y adjudicar el proyecto —la mayoría, obviamente, de carácter político—, pero parece haber cierto consenso en que la ambición de estas obras mastodónticas sobrepasaba las costas y la tecnología de aquellos siglos.
Las obras del último distrito —Tierrafértil— fueron acabadas en el año de 1453, por lo que Nefando Prestorio no vería acabada la configuración final de Ísbar; de hecho, murió antes del fin las obras del Distrito Central. Y aunque la pretensión de construir las murallas fuera una decisión consensuada por la mayoría de los príncipes electores con fin de defenderse entre ellos, llegado el caso, lo cierto es que a día de hoy sirven para calcular un censo poblacional y controlar el nivel demográfico de cada distrito; tanto es así, que las murallas han ido ganando en altitud según los edificios las sobrepasaban.
El inicio de una era
Ísbar tuvo emperadores electos entre nobles y prelados por casi dos siglos y medio, pero puede afirmarse con gran seguridad que no fue sino hasta Doria I cuando la figura del emperador deja de tener carácter de administrador o mediador para tomar más protagonismo en temas políticos, llegando a adquirir cuotas de poder y ciertas prerrogativas hasta entonces inexistentes.
Gresnan I
Doria Dasteli murió en el año del Señor de 1355, y el Colegio de Príncipes Electores formó una nueva dieta en el distrito Cordillera de Bosqueninfeo, donde elegirían al castroaltense Gresnan I. Su mandato fue largo y prolífico, pues vivió hasta 1402, y se le recuerda por sus férreas leyes de protección del suelo; sobre todo por la llamada «Premática del Fuero de los Árboles», donde se prohíbe urbanizar en casi 15 mil varas cuadradas repartidas por diferentes distritos, concretamente espacios de biosfera protegidos que se irían ampliando con el paso de los años. Él mismo fue quien acuñó los términos «biosfera» y «tecnosfera», probablemente conmovido por la contaminación de la ciudad y la explotación finita de los recursos. Y aunque casi cincuenta años en el trono dan para muchos episodios a lo largo de su historia política, no existen momentos reseñables para Gresnan I, aparte de su gestión de protección de recursos de la biosfera y tres atentados contra su vida —todos fracasados—.
Gresnan, pues, murió de extrema vejez, y el Colegio volvió a reunirse durante la Segunda Penumbra del año del Señor de 1402, eligiendo en el nuevo año al que sería el llamado emperador belicoso, Parexis I. Pero de él hablaremos en Cronología de Ísbar II.
Conoce la novela
Mientras tanto, puedes saber más de Ísbar, una ciudad-Estado del tamaño de una provincia, una amalgama de metales grotescos que se hacinan en más de diez distritos, retorciéndose sobre sí misma y sus infinitos callejones. Un asesinato ha ocurrido en la misma corte de los emperadores, aunque nuestra historia se sitúa casi doscientos años con respecto a esta cronología. Puedes descubrir esta misteriosa trama llena de lances, magia y música en La historia triste de un hombre justo, una estupenda historia de más de 500 páginas por un precio inmejorable.
Volveremos para contar más sobre la historia de la ciudad.